Camino de Jericó

Camino de Jericó
Camino de Jericó

domingo, 3 de abril de 2011

Capítulo 5. Miércoles 31 de marzo.

Anécdotas / Recuerdos:


De este día recuerdo el calor asfixiante bajo el sol del desierto, un desierto que Jesús debió frecuentar en sus idas y venidas de Galilea a Jerusalén.
Imaginando a los esenios en Qumrán y, quizá, Jesús visitándolos.

El color de la tierra, su aridez, el oasis de Jericó, la atracción por el monte de la cuarentena, el ciego de Jericó y  Zaqueo.

 De vuelta en Jerusalén, la 'impresión' del Calvario, la casa de Pilatos o la piscina probatoria.
Terminando con el Vía crucis, podemos decir, que este día fue puro recorrido de la Escritura, tanto del  Antiguo como del Nuevo Testamento.



Meditación / Reflexión:
Después de ser tentado en el desierto, Jesús comienza su ministerio en Galilea:
'Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca' (Lc 4, 14).


Cafarnaún, junto al lago, en Naín, en el monte de las Bienaventuranzas, monte Tabor (nuestro recorrido del martes). Jesús pasaba enseñando, curando, mostrando el camino, indicando condiciones para su seguimiento, entre parábolas, milagros... Y, la Transfiguración...

Después comienza su viaje de Galilea a Jerusalén:
'Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de caminar a Jerusalén' (Lc 9, 51).


Disposiciones para el seguimiento, envío de los setenta y dos, el mandamiento mayor, la oración...
'Y pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén' (Lc 13, 25)
Y Jericó y la curación del ciego y el encuentro con Zaqueo, y seguimos este camino de vuelta a Jerusalén y recorremos el Vía Crucis. Un día intenso, agotador física y emocionalmente, la vida pública de Jesús y su Pasión, recorridas de una vez.

La emoción se desató al poner la mano sobre la piedra del Calvario, y, otra vez en ese recogimiento del grupo que no sé explicar, subimos hacia la casa de Pilatos.

 Esta visita dio un sentido nuevo al Vía Crucis que íbamos a recorrer, la Condenación se hizo mucho más patente en mi corazón.

 Parecía 'misión imposible' realizar el Via Crucis entre el tumulto, las voces, la falta de luz, las metralletas...
Sin embargo, todo eso me ayuda a sumergirme más profundamente durante todo el recorrido. Los comerciantes, los soldados, el griterío de la gente, las piedras desgastadas del suelo, todo eso estaba aquel día. Unos animaríasn a los romanos, otros llorarían por Jesús, los comerciantes aprovecharían la ocasión de la crucifixión para vender sus productos y, en medio de la actividad de cada uno, Jesús con la Cruz, muy dolorido, agotado, pasa en medio de la turba y sufre aún mucho más en su corazón por nosotros, que en su cuerpo. Entonces si quiero ser el cireneo o  la Verónica, pero soy una de esas mujeres que lloran por Jesús y, después de sus palabras, por la humanidad.

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