Anécdotas / Recuerdos: La mezcla de paz y tristeza en San Pedro in Gallicanto; la alegría de encontrar la Basílica de la Dormición abierta, ; la 'batalla' por entrar en la gruta de la Natividad, formando, como soldados, un bloque... La estrella, el pesebre. Muchas emociones contenidas en un sólo día.
La Cena del Señor en el cenáculo, preámbulo de la Eucaristía, y ... Getsemaní.
Reflexión / Meditación:
La Dormición de María |
En pleno comienzo de su Pasión, después de la Última Cena, Jesús anuncia a Pedro que le negará.
¡Cuántas veces y de cuántas maneras habré expresado mi amor por Dios!
Y ¿cuántas te habré negado, Dios mío?
Una corta mirada al interior de mi corazón para saber que son muchas: en mi relación contigo, con mis hermanos, en mi trabajo.., en mi vida.
'Sólo' quiero pedirte, Señor, que, como a Pedro, me des, por cada vez que te negué, por cada vez que te niegue, la oportunidad de manifestarte mi amor sincero, de aceptar el perdón que Tú siempre me das, de volver a Ti.
Madre, elevada al cielo desde el sueño, que siempre nos tiendes la mano, que, si no es suficiente, nos tomas en brazos, cuando niegue a mi Dios, recógeme y llévame a Él.
Eucaristía: hace poco tiempo, en una adoración ante el Santísimo, me surgió una duda: ¿Cuál es el estado de Jesús en la Eucaristía? ¿Jesús muerto, Jesús Resucitado?
Entonces me llegaron estas palabras que comparto con vosotros, suenan extrañas al principio, pero es una preciosidad en su conjunto:
"Cuantas veces comiereis este pan,
anunciareis la muerte del Señor." (1Cor.11,26)
I
Fue instituida la víspera de su muerte, la noche misma que fue entregado Jesús.
El Señor le da el nombre de testamento que se funda en su Sangre: "Este cáliz del nuevo testamento en mi Sangre" (Lc.22,20).
El estado de Jesús en el santísimo Sacramento es un estado de muerte. En las apariciones de Bruselas y de París, de 1290 y 1369, se dejó ver con las cicatrices de sus llagas como nuestra víctima divina.
Celebración de la Última Cena en el cenáculo |
A su alrededor reina silencio mortal. Su altar es un sepulcro que encierra huesos de mártires; la lámpara le alumbra como alumbra las sepulturas; el corporal que envuelve a la Hostia santa es el nuevo sudario. Cuando el sacerdote va a ofrecer el santo sacrificio, lleva sobre sí insignias de muerte, no hay vestidura sagrada que no esté marcada con la cruz, que lleva por delante y por detrás.
Siempre muerte, siempre cruz, es el estado de Jesús en la Eu caristía en sí misma considerada.
II
Si la consideramos como sacrificio o como Sacramento que se recibe en la Comunión , patentiza ese estado de muerte de Jesús de una manera todavía más viva.
El sacerdote pronuncia separadamente las palabras de la consagración, sobre la materia del pan y sobre la del vino, de modo que, en virtud de la significación rigurosa de estas palabras, el cuerpo de Cristo debería estar separado de su sangre, es decir: muerto. Si no hay muerte real es porque a ello se opone, después de su resurrección, el estado glorioso de Jesucristo; pero Él toma de la muerte lo que puede, es decir, toma el estado de muerte y le vemos así como Cordero inmolado por nosotros.
Jesucristo, por esta mística muerte, hace la ofrenda ritual del sacrificio de la cruz millares de veces por los pecados del mundo.
En la Comunión se consuma esta mística muerte del Salvador. El corazón del comulgante viene a ser su sepulcro, pues disueltas en su interior las santas especies por la acción del calor natural, cesa el estado sacramental. Jesús sacramentado ya no está corporalmente en nosotros, sino que muere sacramentalmente, verificándose la consumación del holocausto.
Pelícano: Símbolo eucarístico en el cenáculo |
En el corazón del justo halla Jesús una sepultura gloriosa, pero ignominiosa en la del pecador. En el primero no pierde su estado sin dejar algo de su divinidad, su Espíritu Santo, y por lo mismo un germen de resurrección. En el segundo, esto es, en el culpable, no sobrevive Jesús, quedan frustrados todos los fines de la Eucaristía. La Comunión en estas condiciones es una verdadera profanación; es una muerte violenta e injusta de nuestro Señor, crucificado por estos nuevos verdugos.
San Pedro Julián Eymard
Getsemaní: para mí sin palabras. ¿Quién no tiene su propio Getsemaní, desde donde, no sabiendo ni como, suplica a Dios en los peores momentos de su vida?
'Pétalos de rosa por gotas de su Sangre' |
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